Madrid, 14 de marzo del 2023.- La toxina botulínica tipo A se ha utilizado con éxito para tratar la cefalea tensional crónica en pacientes que no han respondido a otros tratamientos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no es un tratamiento para todos los tipos de cefaleas y debe ser administrado por un médico especializado en el manejo de esta toxina.
Es útil en los adultos con migraña crónica (definida como dolores de cabeza un mínimo de 15 días por mes, durante tres meses, de los cuales al menos ocho días tienen características de migraña) y que no han respondido adecuadamente o que son intolerantes a los medicamentos preventivos orales de la migraña.
Por otro parte, la toxina botulínica tipo A puede tener efectos secundarios, incluyendo dolor en el lugar de la inyección, debilidad muscular temporal y reacciones alérgicas. También puede haber una pequeña posibilidad de propagación de la toxina a otras áreas del cuerpo. La presencia de hematomas tras la inyección también es frecuente.
El tratamiento con toxina botulínica implica inyectar pequeñas cantidades de la toxina en varios puntos específicos de los músculos de la cabeza y el cuello. Esto ayuda a reducir la tension muscular y la frecuencia e intensidad de los dolores de cabeza.
La toxina botulínica es una proteína que se obtiene a partir de la bacteria Clostridium botulinum y que actúa inhibiendo la liberación de acetilcolina en las terminaciones nerviosas, lo que provoca una parálisis temporal y selectiva de los músculos tratados. En el caso de la cefalea tensional, la toxina botulínica se aplica en puntos específicos de los músculos de la cabeza y el cuello que se encuentran tensos y contracturados, lo que provoca dolor y malestar.
Los estudios clínicos han demostrado que la toxina botulínica es un tratamiento seguro y efectivo para la CTC. Ensayos clínicos (Preempt I y Preempt II) cuyos resultados demostraron disminución del número de días con cefalea, duración de las cefaleas y aumento en la actividad diaria de los pacientes condujeron a la aprobación de la toxina botulínica tipo A para el tratamiento preventivo de la migraña crónica.
El uso de la toxina botulínica para el tratamiento de la migraña crónica y otras cefaleas ha sido objeto de varios estudios científicos. Algunos de los hallazgos más importantes son:
- El primer estudio controlado con placebo sobre el uso de la toxina botulínica en la migraña crónica se realizó en 2000. En ese estudio publicado en la revista Headache se encontró que el tratamiento con toxina botulínica redujo significativamente la frecuencia y la intensidad de los ataques de migraña en comparación con el placebo.
- Otro estudio, publicado en 2016 en la revista «Neurology», examinó el efecto de la toxina botulínica en pacientes con cefalea en racimos crónica. Los resultados mostraron que el tratamiento con toxina botulínica redujo la frecuencia y la intensidad de los ataques de cefalea en racimos en comparación con un grupo de control.
- Un estudio de revisión sistemática publicado en 2018 en la revista «Cephalalgia» analizó varios estudios sobre el uso de la toxina botulínica en el tratamiento de cefaleas crónicas. Los autores concluyeron que hay evidencia suficiente para apoyar el uso de la toxina botulínica como tratamiento eficaz para la migraña crónica y la cefalea en racimos.
- En general, la investigación ha demostrado consistentemente que el tratamiento con toxina botulínica puede ser eficaz en la reducción de la frecuencia y la intensidad de las cefaleas crónicas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no todos los pacientes responden de la misma manera al tratamiento y que pueden ser necesarias varias sesiones para obtener resultados óptimos. Además, es fundamental que este tratamiento sea realizado por un profesional médico capacitado y con experiencia en su aplicación.
- Desde entonces, varios estudios han confirmado que la toxina botulínica es eficaz para reducir la frecuencia y la intensidad de los ataques de migraña crónica. En particular, se ha demostrado que la toxina botulínica es útil para los pacientes que no responden a otros tratamientos para la migraña.
OnabotulinumtoxinA (OnabotA)
OnabotulinumtoxinA (OnabotA) es un complejo proteico producido por la bacteria Gram+ anaerobia clostridium botulinum. Su uso se aprobó en nuestro país en 2012 como tratamiento preventivo de la migraña crónica. La toxina bloquea la liberación de neurotransmisores relevantes en la transducción del dolor como el péptido relacionado con el gen de la calcitonina, glutamato y sustancia P. Esto produce una inhibición de la inflamación neurogénica y, secundariamente, de la sensibilización periférica, con lo que se reducen las señales dolorosas periféricas al sistema nervioso central y, de esta forma, se reduce la sensibilización central, que es lo que finalmente explica la cronificación de la migraña.
La OnabotA se usa en pequeñas dosis para tratar varias condiciones médicas, incluyendo la migraña crónica, la espasticidad muscular, el estrabismo y los trastornos del movimiento. La neurotoxina actúa inhibiendo la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor que causa contracciones musculares, lo que reduce la actividad muscular en el área tratada.
La OnabotA se administra por inyección en el músculo o la zona afectada y suele ser un tratamiento temporal que requiere inyecciones repetidas a intervalos regulares para mantener los efectos. El plan de tratamiento debe ser el siguiente:
En primer lugar, hacer un buen diagnóstico y evaluar cuales son los grupos musculares más contracturados. Infiltrar en los paquetes musculares las unidades de toxina necesarias adaptadas a cada caso. Los paquetes musculares a tratar son:
- Cervicales posteriores.
- Maseteros.
- Temporales.
- Pterigoideos
- Esterno Cleido mastoideo.
Tras la infiltración esta debe repetirse cada 12/ 16 semanas según cada caso ya que el efecto de la toxina va perdiendo efectividad con el paso del tiempo. La máxima actividad de la toxina depende de cada organismo y a veces tarda en hacer efecto hasta 4 semanas.
Los efectos secundarios son leves y transitorios. Es un tratamiento muy seguro y eficaz. Numerosos estudios en la práctica clínica han confirmado la eficacia de este tratamiento que, además, es bien tolerado, por lo que se mantiene a largo plazo en la mayoría de los pacientes ayudando a mejorar su calidad de vida.
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